Un frío
escalofriante recorre su espalda. Siente que su estómago se anuda, un hormigueo
constante lo invade desde los pies hasta su nuca.
Las manos
sudorosas no le permiten sujetar algo con firmeza.
Piensa,
busca en su cabeza la solución. Recorre
con su mente todos los contactos y conocidos para lograr encontrar una
respuesta.
Solo consigue
lecciones de vida, de aquellos que no comprenden su situación. Lecciones de vida dadas por
maestros, que no saben acerca de disfrutar una brisa de verano, y que no
conocen su desesperación.
Desesperación
que lo conduce a pensar atrocidades.
Atrocidades
que en otra situación, jamás hubiesen pasado por su mente.
Solo quiere
que se abra una puerta. ¡Una puerta que permita brindar la solución!
Y solo,
tan solo encuentra batallones de mediocres. Mediocres sobre alimentados
ignorantes del vivir. Ignorantes de vida. Personajes funestos y dignos de compasión,
ya que su vacío existencial es tan grande, que solo puede ser comparado con sus
propios egos.
Pero sienten
que se encuentran con derecho a juzgar sus actos.
Aun así
continua, la fuerza la consigue solo de aquellos que dependen de él y estos se
encuentran cada vez más indefensos.
Solo queda
sentarse y esperar que comience un nuevo día, una nueva oportunidad, una luz que
le indique que esta forma no es su vida que
esta manera es tan solo un mal momento en su vida.